El tendón actúa como el amortiguador del músculo y está situado entre este y el hueso.

Los tendones y cartílagos sanos tienen un pH ácido, lo que favorece el mantenimiento y la autoreparación de la estructura y trenzado helicoidal de las fibras de colágeno confiriéndole las propiedades de elasticidad y resistencia mecánica que le permiten desempeñar con eficacia ejercicios exigentes, sin sufrir dolor ni inflamaciones articulares.

Este sutil equilibrio y mantenimiento articular puede romperse por diversas causas como sobrecargas de trabajo, ejercicios repetitivos, traumatismos o impactos que sobrepasen la resistencia de estos tejidos. Produciendo lesiones en inserciones de tendón por un exceso de tensión que sobrepase la capacidad amortiguadora del tendón con el consiguiente intento de arrancada, lo que produce una inflamación de la inserción (Entesitis) y de las zonas peri tendinosas, pudiendo producir también microtraumatismos en las superfícies del cartílago articular y desgastes del cartílago. Estas agresiones en el conjunto articular inducen inflamación de dichas inserciones y superficies lo que produce un intento frustrado de reparación “intentando soldar” el tendón a su raíz por aporte de fosfatos cálcicos, induciendo un cambio en las condiciones de acidez, alcalinizando estos tejidos y dificultando la correcta oxigenación del tendón por compresión de los capilares que le nutren, iniciando un proceso desestructurante de las fibras de colágeno (Tendinosis) que cronifica la lesión, pues en condiciones de alcalinidad los sistemas enzimáticos implicados en la autoreparación dejan de funcionar eficazmente.